¡Bienvenidos!

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En el mundo del fanfiction, soy conocida como Cassandra de Piscis, pero si estás aquí, muy probablemente has de llamarme Cassy o Cass.


"Libros y Lienzos" fue creado, para albergar mis creaciones. Encontrarás dibujos y fics, todos ellos ubicados en el universo yaoi de Saint Seiya.


He de advertir, que varios de mis dibujos y de mis escritos tienen alto contenido sexual, y todos sin excepción alguna, como ya he mencionado son de temática yaoi, en otras palabras, contienen relaciones homoeróticas.


Así que, si eres menor de edad, o no gustas de este tipo de temáticas, te pido, muy amablemente, que abandones este sitio web. No me haré responsable de los inconvenientes o problemas que puedas llegar a tener si decides, explorar mis creaciones.


Si después de haber leído esta pequeña advertencia, continúas aquí, bien, siéntete libre de vagar por el contenido del blog.


viernes, 21 de enero de 2011

One step closer. MiloxCamus

Resumen: Milo es un estudiante que está de vacaciones en París, en donde conoce a Camus. El griego demostrará que aspectos simples de la vida, como bailar, pueden ser más significativos de lo que aparentan.

Rated: No menores de 13 años
Personajes: Camus de Acuario, Milo de Escorpio.


Pareja Principal: MiloxCamus
Generos: AU, Songfic, Romántico
Advertencias: Ninguna
Capítulos: 1 
Terminado:  

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Milo estaba de vacaciones en París, no sabía si regresaría a la universidad, y había decidido recorrer Europa, antes de decidir, que haría con su vida.

Hacía solo cinco de días, que se encontraba en la ciudad luz, pero ya se sentía como en casa. Sus elegantes calles, llenas de vida, el río Sena, con sus puentes maravillosos; la arquitectura tan variada, por el paso de los siglos, y el trazo perfecto de la ciudad, le invitaban a quedarse para siempre.

Y había algo mas, apenas ayer, había conocido a un hermoso joven, que estudiaba letras francesas, en la Sorbona. Su nombre era Camus, y lo descubrió, sentado en un café, en el Barrio Latino, y desde ese momento, ya no pudo sacarlo de su mente, ni de su corazón.

Fue la visón mas hermosa del día, sentado en una pequeña mesa en la acera, una taza de café, justo frente a él. Ajeno al mundo, inmerso en un libro que sostenía, en su mano izquierda. Lo que mas le llamó la atención a Milo, fue su hermoso, y largo cabello aguamarina, y esa aura de fina elegancia, que lo envolvía.

El griego no pudo evitarlo, sonrió, y se acercó, dio gracias por tener el pretexto perfecto para acercársele, ya que traía cargando a la espalda su gran backpack, lo que le gritaba al mundo, que era un turista en la ciudad.

Se aproximó despacio, de frente, para que pudiera verlo venir, y no causarle un sobresalto al pobre.

-Bonjour! – Milo hablaba perfectamente francés, pero con toda intensión, intensificó su acento griego – Désolé, peut vous aider? *

El francés levantó su vista, de las páginas del libro, lo miró con ese par de aguamarinas, que la naturaleza le había dado por ojos, y con amabilidad, pero muy serio, respondió.

-Oui, bien sûr. ¿Que necesitas? **

-Estoy perdido, olvidé mi mapa en el hotel, y me dirijo a Notre Dame. – Sin más, Milo bajó su backpack, y se sentó en la silla, que estaba junto al peliaguamarina, el cual se le quedó mirando, extrañado ante el atrevimiento, pero no le dijo nada. – Por cierto, soy Milo.

Dijo extendiéndole su mano, y sonriendo abiertamente. El otro joven, tomó su mano, y le dio un ligero apretón.

-Yo soy Camus, mucho gusto Milo. ¿Te llamas como esa isla en Grecia? Donde encontraron a la escultura de Venus.

-Precisamente. Hermoso lugar, deberías ir algún día, podrías hospedarte en casa de mis padres, en Atenas, y yo te llevo – Camus, pensaba que nunca había conocido a alguien tan acelerado, llevaban unos minutos de conversación, y el griego, ya lo estaba invitando a su casa, era ilógico - Por cierto, aprovechando tu ayuda, tengo aquí, una lista de lugares que visitar en esta zona, ¿me podrías explicar, como llegar a ellos?

Camus, se resignó a que no podría seguir leyendo en paz, y tranquilidad, con Milo allí; pero tampoco, podía hacerle la grosería de correrlo, después de todo, había que ser amables con los turistas, y el griego, no resultaba ser desagradable. Incomprensible, si, pero no desagradable.

Milo, sacó de su backpack una libretita, con cientos de anotaciones, y se la mostró al francés, y luego, le proporcionó un lápiz.

Así, pasaron un buen rato. Camus, le trazaba pequeños mapas, y explicaba cómo llegar, al Ayuntamiento de París, al Centro de Arte Pompidou, y al Châtelet.

-Tengo que irme, Milo. Pero, ven conmigo, voy en dirección, a Notre Dame, te encamino. - Camus sacó un billete, y lo dejó en la mesa, para pagar lo que había tomado.

-Oh, merci beaucoup ***

Camus, esbozó una pequeñísima sonrisa, ante el marcado acento griego de Milo, y este tomó su backpack, al tiempo que pensaba, que todo iba saliendo a las mil maravillas. Pasaría otro rato, junto al bello francés, y con suerte, conseguiría su teléfono, o su dirección.

Caminaron rumbo al Sena, charlaron sobre los estudios de Camus, en la Sorbona, y que le gustaría hacer un viaje, como el que Milo estaba haciendo. Pero le gustaría, llegar hasta los confines de Rusia. Por su parte, Milo le contó de sus dudas, de volver a la universidad, y sobre los países, que ya había visitado.

-Milo, debes volver a tus estudios, mientras mejor preparado estés, te podrás enfrentar mejor al mundo, que no es nada sencillo.

-Lo mismo me dicen mis padres, Camus. Pero no sé, nunca puedo mantenerme estable en nada, me aburro muy pronto, y siempre ando buscando nuevos retos.

-Razona con frialdad, lo que es más conveniente para ti, deja de lado, los impulsos emocionales, que sólo echan a perder todo.

-Pero, eso es lo que le da sabor a la vida.

Caminando a un costado del río Sena, ambos jóvenes, eran todo un contraste a la vista. Uno caminaba tranquilo, y cada movimiento, estaba perfectamente controlado; mientras el otro, manoteaba al hablar, y de vez en cuando, caminaba hacia atrás, para mirar a su interlocutor, lo cual provocó, que chocara un par de veces, con unos transeúntes.

-Bien, hemos llegado.- Camus, señaló hacia su izquierda, allí estaba, la imponente catedral de Notre Dame. – Aquí nos separamos, gusto en conocerte Milo.

-Camus... No se... estaba pensando. Mañana, es sábado y… supongo que no tienes clases, ¿que tal si vamos juntos a Montmartre? He escuchado, que es un lugar extraordinario; y que mejor, que visitarlo con un parisino, que podría explicarme los detalles del lugar.

-No lo se, Milo. No tengo clases, pero había hecho, algunos planes y…

-Entiendo. No me conoces, y pues, yo también desconfiaría, si alguien así me invitara a salir. – El griego, había puesto en marcha, su estrategia infalible. Al hablar, miraba a Camus, y luego al piso. Sus ojos, tenían una expresión de perrito regañado, y comenzó a juguetear, de forma nerviosa, con su pié izquierdo, sobre el suelo. – En fin, aquí nos decimos adiós, ¿verdad?

El francés lo observaba, y no sabía porque, pero esa mirada, esos movimientos, estaban convenciéndolo, de hacer algo totalmente, en contra de toda lógica. ¿Pasar todo un día, con un extraño? Impensable, sin embargo, los ojitos azules de Milo, no le daban opción. ¡Agh, dioses!

-No. Mañana, te acompaño a Montmartre. ¿Está bien, si nos vemos, a las diez? Paso por ti, a tu hotel.

-¡¿En serio?! ¡A las diez, está perfecto! – Los ojitos de Milo, se iluminaron, y le dio un fuerte abrazo a Camus, lo que lo tomó por sorpresa. Luego, el griego se apresuró a escribir algo en la libretita, que había traído todo el tiempo en la mano, y arrancó la hoja. – Estoy en este hotel, habitación 305, y este es mi celular.

El peliaguamarina, tomó la hojita, que el joven de purpureos cabellos, le ofrecía. Se despidieron, con la promesa, de verse al día siguiente. Camus siguió su camino, y Milo, cruzó el puente para llegar a la Catedral.


El sábado, justo a las diez en punto, de la mañana, el celular de Milo sonó. Era Camus, quien lo esperaba, en el lobby del hotel. Antes de salir de su habitación, el griego guardó el numero del celular del francés, que se había registrado al llamarle.

Tomó el ascensor, y salió al lobby. Cerca del mostrador, estaba el bello peliaguamarina. Milo pensó, que se veía más hermoso, que el día anterior. Llevaba unos zapatos beige, que se veían muy cómodos, jeans azul claro, y una ligera camisa de lino, con cuello en V, en color beige. Su cabello, perfectamente peinado, lo llevaba suelto a la espalda.

Milo, se había arreglado a conciencia, quería impresionar al francés, y sin duda lo había logrado; ya que en cuanto salió del ascensor, Camus volteó, y lo vio. Por una fracción de segundo, todo su autocontrol desapareció, sintió que le temblaron las piernas, y no podía despegar los ojos del guapo joven, que se aproximaba a él, vistiendo unas botas de explorador negras, jeans oscuros, los cuales, le quedaban un tanto ajustados, delineando su bien formado trasero; y una camisa de manga corta, en color rojo, que ceñía bien sus fuertes brazos. Su cabello purpureo, impecable, y en su cabeza, como toque final, unos lentes oscuros, Prada, que había comprado un par de días antes.

Las miradas de ambos jóvenes, nunca perdieron contacto, hasta que Milo, llegó junto a Camus.

-Bonjour, Camus. – El griego, guiñó un ojo, acompañado de una encantadora sonrisa.

-Bonjour. ¿Nos vamos? – El peliaguamarina, rápidamente, rompió el contacto visual, y se dirigió a la puerta.

A un par de cuadras, había dejado estacionado el auto, caminaron hasta el, y se dirigieron al norte de la ciudad, hacia Montmartre. En el trayecto, hablaron de todo, y nada. Camus, mantenía fija su vista en el camino, tratando de evitar a toda costa, esa mirada, que lo hacía sentir nervioso, e incomodo. Pero jamás, dejó que Milo lo notara, su rostro permaneció serio, e imperturbable, todo el tiempo.

Llegando a Montmartre, dejaron el auto, en una callecita, cerca de las escaleras, que conducen a la basílica, de Sacré Coeur. Como su nombre lo indica, Montmartre en un monte, y la iglesia, está construida, prácticamente en la cima. Solo, se puede acceder, por unas escaleras, o una especie de teleférico. Los dos jóvenes, tomaron esta última opción, a sugerencia de Camus, ya que la vista de París, al ir subiendo, era muy bella.

Al llegar a la cima, Milo quedó fascinado. Toda la ciudad, podía verse desde allí, y la catedral era impresionante. Pero lo que más le gustó, fueron los alrededores, caminaron por unas callecitas empedradas, maravillosas. Las casas, y pequeños edificios, tenían un toque muy especial; no por nada, era el lugar bohemio por excelencia en París, el lugar en donde los pintores impresionistas, se reunían a vender sus obras, a finales del siglo XIX.

Deambularon un buen rato, entraron a las tiendas, que ofrecían toda clase de souvenirs, con reproducciones de las mas famosas pinturas impresionistas, y postimpresionistas, estampadas en ellas. Litografías, playeras, tazas, imanes, llaveros, cientos de cosas, y Milo no perdió la oportunidad de comprar algunas. Camus, únicamente observaba, como buen parisino, ya tenía todo lo que se pudiera comprar en esta zona, aunque seguía encantándole el lugar.

Entraron al cementerio de Montmartre, ya que es un punto turístico, que no se debe perder. Las tumbas de pintores, escritores, bailarines, y músicos están allí. Y también, las de otros personajes que han pasado a la historia. Camus, le explicaba detalles, de la vida de algunas de las celebridades, allí enterradas. El griego, estaba disfrutando enormemente del paseo, y de vez en cuando, se acercaba al francés, rozando su mano con delicadeza, o dándole pequeños abrazos, que lo tomaban desprevenido; e incluso, llegó a acariciar una de sus mejillas.

Camus, todo el tiempo fingió no sentir esos pequeños, pero significantes contactos, y continuaba hablando, proporcionando datos culturales.

El pelipurpura, no entendía como alguien podía ser tan “frío”, o con tal autocontrol, pero no se daría por vencido. Camus le gustaba, y mucho, lograría traspasar sus barreras.

Al salir del cementerio, ya pasaba del medio día, y se dirigieron a la Plaza de los Impresionistas, caminaron hasta un pequeño restaurante, y en una de sus mesitas, en el exterior, se sentaron para comer. Cada uno pidió algo ligero, y una jarra, de helado vino blanco. Al otro lado de la plaza, una banda de música típica, empezó a tocar. Milo, comenzó a mover su cabeza, al ritmo de la música.

-¿Te gusta? – Le preguntó Camus, quien lo miraba con curiosidad.

-Si, bastante. Es increíble, como la música puede dialogar.

-¿Dialogar? Para que haya diálogo, se necesitan palabras, Milo

-No estoy de acuerdo. Se puede tener una conversación, sin palabras, y es mucho mas sincera. Las palabras, las piensas, puedes calcular lo que dirás. Sin embargo, hay otras formas de dialogar, mucho más sinceras. Por ejemplo…bailar.

-¿Bailar? – El francés, lo miraba con incredulidad, al tiempo que se servía un poco de vino.

-Si, ¿quien necesita palabras? El baile, vence cualquier pequeña charla, en cualquier momento. Bailar, es la forma, en que tus pies sonríen, o ríen. Te permite decir, tantas cosas.


Who needs words? Dancing beats small talk any day.
It's the way your feet smile, or laugh. It let you say so many things.



Milo sonreía, sus ojos azules brillaban, firmemente convencido de sus palabras. Camus lo escuchaba, más no estaba de acuerdo.

-Tal vez, no me comprendes, Camus, porque bailar, es un lenguaje que se SIENTE, y no se piensa, ni se escucha. Puedes susurrar, o gritar, sin tener que emitir un sonido.


Dancing is a language
That is felt instead of heard
You can whisper, sing, or shout
Without so much as a Word
Like so!


El griego se levantó, y al ritmo de la música, de la pequeña banda, improvisó unos pasos de baile. El peliaguamarina, se llevó una mano a la boca, y miraba de reojo a ambos lados, muchos de los allí presentes, miraban a Milo.

-Así, ¿ves que sencillo es?

-Milo, siéntate, por favor. – Camus le dijó en voz baja – Solo te moviste, ¿cual conversación hubo allí?

Milo no se sentó, solo recargó sus manos en la mesa.

-Camus, solo deja que tus emociones le digan a tu cuerpo que hacer, y verás cuanto puede revelar un simple gesto. Y cada pasito de baile, cada uno de ellos, te acerca más, a decir lo que sientes.


Just let your emotions
Tell your body what to do
See how much a single
Gesture can reveal
And every little step
Every single step
Is one step closer
To saying what you feel.


Nuevamente, el pelipurpura se movió, al ritmo que la música marcaba, esta vez, el momento fue mas largo.

-Una vez que la música se apodera de ti, y cualquier restricción desaparece, encuentras que puedes decir, lo que tu voz, nunca se atrevería. Y no debe darte miedo, simplemente, debes dejarte llevar.


Once the music hits you
And ambitions fall away
And you find that you're
Expressing things your
Voice daren't say
Don't be afraid. Let go!


Milo, se acercó nuevamente a la mesa, pero esta vez, tomó de la mano a Camus, y lo jaló, hasta que logro que se levantara. Al francés, no le agradó nada esto, se safó del agarre del griego, y se quedo mirando, con los brazos cruzados. Seriedad absoluta, en su rostro, y molestia en sus ojos. A Milo, no lo detuvo esto, y bailó un poquito más, frente al otro joven. Cada vez, más gente los miraba, estaban llamando poderosamente la atención.

-No te enfades, Camus. Solo quiero, que comprendas.

-Bien, entendí, tienes razón.- Se giró, para volverse a sentar, pero las manos de Milo lo detuvieron, y lo hicieron voltear. Ambos jóvenes, se quedaron mirando, de frente.

-¿Lo ves? Las palabras, no son sinceras. No estás, entendiendo. Baja aunque sea un instante, esa barrera tuya, y escucha con el corazón, lo digo. Anda, inténtalo.

Camus solo suspiró, como respuesta, mas no se movió.

-Tan pronto tus barreras caigan, lo que guardas, con tanto celo aquí, aflorará – Dijo, tocándole el pecho, justo sobre el corazón – Ese rechazo, a tener un verdadero contacto con otros, desaparecerá, y comprenderás, que cada pasito de baile, cada uno de ellos, te acerca más, a conversar fuerte, y claro. Con toda honestidad.


Soon as you surrender
What's inside will sweep on through
As the boundaries raised
Between us disappears
And every little step
Every single step
Is one step closer
To talking loud and clear


El francés lo escuchaba, nadie se había atrevido, a hablarle de esa forma, porque los que lo conocían, sabían, que solo daría media vuelta, y se iría. No permitía, que nadie se aproximara, emocionalmente hablando, en el pasado, lo habían lastimado mucho. Y nadie tenía permitido, opinar sobre sus sentimientos, o el manejo de estos. Pero este chico, Milo, ¿tan rápido lo había descifrado?

-Bailar, es como conversar, Camus. Solo que no necesitas, emitir sonido alguno, y una vez que comienzas, no puedes parar. Es dar, y recibir. Créeme - De repente, Milo tomó a Camus, con un brazo, por la cintura, y con el otro tomó su mano.


A dance is like a conversation
Except you never need to make a sound
And once you've begun
You speak as one, give and take
Back and forth
Round and round!


El francés, al principio se resistió. Él no bailaba, alguna vez lo hizo, pero ya no. Pero el griego no cedió, y lo obligó a moverse, al mismo ritmo que él. 
Camus, miraba al suelo, estaba molesto consigo mismo, por haber permitido esto, por haber venido, por dejar que un desconocido, lo hiciera perder el control. Por dejar que un extraño, lo hiciera…sentir.

Miraba los pies de Milo, y pese a todo su enfado, trataba de copiar, lo que el pelipurpura hacía.

Al sentir, que Camus bajaba la guardia un poco, el griego, lo acercó más a él, y aunque continuó mirando al suelo, el pecho de cada uno de los jóvenes, estaban en contacto.

El peliaguamarina, pudo sentir con claridad, el latido del corazón de Milo. Bailar, es como conversar… El ritmo del latido, seguía el ritmo de sus pasos, y parecía, como si tratara de decirle tantas cosas. Le hablaba directamente, y con total honestidad. Cerró sus ojos, y dejando caer todas sus barreras, se dejó llevar, y tomó la cintura de Milo, con la mano que le quedaba libre. La música le decía que hacer, hacia donde moverse, al unísono con el griego, por increíble que parecía, se estaban entendiendo, sin decir una sola palabra. Bailaban por la plaza, y evitaban a la gente, desperdigada por ahí.

Abrió sus ojos, y levantó la mirada, para encontrarse con los zafiros de Milo, mirándolo con felicidad. La música, disminuía su intensidad, y su ritmo, y ellos también, hasta quedar casi inmóviles, en un lugar, pero sin soltarse.

-Bailar, es como conversar... Excepto, que tus labios, no necesitan separarse, y una vez que comienzas no puedes parar... Hablas, como si fueran uno solo. De corazón, a corazón. – Camus, hablaba en un susurro, pero, era claramente escuchado por Milo, quien asentía sonriendo – Bailar, es un lenguaje, que se siente en vez de hablarse, o pensarse... Y puede decir más, de lo que las palabras, jamás han podido expresar, y cada pasito de baile... cada uno de ellos... nos acerca más, a ser comprendidos…


A dance is like a conversation
Except your lips don't
Ever need to part
And once you've begun
You'll speak as one
Cheek to cheek
Toe to Toe
Heart to Heart
Dancing is a language
That is felt instead of heard
But it says much more
Than language ever could
And every little step
Every single step
Is one step closer
One step closer
One step closer
To being understood.


Con suavidad, Milo, tomó el rostro de Camus en sus manos, y acercó sus labios a los del francés, este no se resistió, y se entregó a ese dulce beso. Y ese simple, gesto dijo más, que mil palabras.

FIN
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*Buenos días! Disculpa, puedes ayudarme?

** Si, por supuesto.

***Muchas gracias

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